Pukara-181: Evolución del liberalismo en Bolivia: luces y sombras

 Editorial

Luces y sombras de las revocatorias

Siguiendo la moda de adatar a nuestro ordenamiento político toda moda que viene de los “países adelantados” se pone en vigencia la posibilidad de revocar las autoridades elegidas mediante un proceso de revocatorio.

Es decir, si a la población le parece que una persona elegida para cualquier mandato vía elecciones (presidente del país, gobernador, etc.), no cumple sus funciones de manera adecuada, esta puede ser suspendida de sus funciones mediante un procedimiento que posibilitaría una nueva consulta para designar nuevas autoridades.

Así quedaría refrendada la legitimidad de todo un sistema político y quedaría garantizada la fuerza de la voluntad popular. Esas disposiciones, cuando se quedan en el papel, dan la impresión de Bolivia como uno de los pauses más democráticos y “adelantados” en sus instituciones. Sin embargo, cuando se quieren poner en práctica, se evidencia su incapacidad de desarticular un sistema político heredado desde la Colonia y que no es posible transformarlo si no es sustituyéndolo radicalmente.

El Tribunal Supremo Electoral, TSE, ha determinado que las solicitudes de revocadora que fuesen admitidas –hasta el momento han sido admitidas la demandas de revocatoria contra la alcaldesa de El Alto Eva Copa y contra el presidente y vicepresidente de Bolivia, Luis Arce y David Choquehuanca– debe cumplir una serie de requisitos para ser implementadas. Estos requisitos son especialmente presentar en siete días libros firmas y huellas dactilares de personas que apoyen el proceso. Estos libros deben ser impresos y aperturados con notario de fe pública. Una vez presentados los libros se hace la verificación para contrastar si son las mismas firmas registradas en el padrón biométrico.

En el caso de revocatoria a presidente y vicepresidente se requiere el 25% de firmas del total de personas registradas en el padrón biométrico; es decir, 1.782.769 rúbricas, de 7.131.075 personas que participaron en las últimas elecciones nacionales.

Dadas las condiciones estructurales del país –contando incluso con los medios materiales necesarios–, recaudar en siete días esa cantidad de formas es difícil. Más difícil es pasar la verificación de firmas por el TSE. Es decir, todas las posibilidades están abiertas para que dependa del TSE aceptar o no una revocatoria y para que nada tenga que ver en esa decisión una posible voluntad popular en el país, así mayoritaria podría ser ésta.

Es posible que esta, como otros recursos “democráticos” sirvan solo para camuflar la necesidad de una transformación radical de las estructuras institucionales en el país. El tiempo nos dirá si estamos errados en esta nuestra apreciación.  


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