EDITORIAL
En 1992 se realizaron una serie de actividades para
reivindicar los 500 años de opresión.
Después de un proceso largo, finalmente, se llegó a
la Constitución de un gobierno indígena en el 2007.
Sin embargo, éste no llevó a cabo las tareas que se
habían encargado, ni tampoco los gestores del
indianismo o el katarismo habían logrado ingresar o
determinar sus políticas.
Este doble descalabro pone en cuestión el qué va a
suceder hacia El bicentenario de la fundación de la
República de Bolivia.
Es cierto, el Estado boliviano es un fracaso y no
tiene remedio, sino su reconstitución.
También es cierto, el ser nacional no puede ser otro
que el indio aymara.
Pero parece que los caminos recorridos hasta el día
de hoy no han dado los frutos previstos, y que
probablemente sean también las limitaciones de
cada época las que han hecho que esto no suceda.
Por tanto, Pukara lanza la pregunta a la nueva
generación de indios.
Cabría también cuestionar si la nueva generación
existirá.
Está claro que ahora las nuevas condiciones
políticas impiden que las ideologías puedan surgir,
cuando las necesidades materiales pesan más que las
ideologías.
Pero sin mucha preocupación, las necesidades
materiales pasan por la organización de un buen
gobierno, y un buen gobierno pasa por el plan de
gobierno que tiene la ideología que pregona. Y ésta
interpreta a su vez cuáles son las características de la
nación y el Estado para resolver sus cuestiones
atingentes.
Entonces, volverán las oscuras golondrinas de la
política, en cuyo caso habrá que ver si las viejas
ideologías de izquierda y de derecha, y la
univocidad ideológica del indio, indianismo, puedan
competir para mandar en este territorio y organizarlo
como debe ser.
Quizá
la
actual
generación
no
vea
este
resurgimiento, pero por el poder de las ideas y las
lecciones de la historia, puede advertirse que surgirá
de nuevo.
No será Lenin indio, ni tampoco liberal, sino un ser
nacional representado por un nacionalismo que
todavía no existe, pero que su emergencia demanda
la historia.
A los 200 años de la República de Bolivia, el indio
ha sido doblegado y subordinado 500, Pero quizá el
meollo del asunto es que, pese a todo, aún existe, Y
aunque Bolivia desaparezca, el indio seguirá
existiendo.
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