EDITORIAL
Este
6 de marzo la ciudad de El Alto cumple 39 años.
En
su escaso tiempo de existencia la ciudad más joven de Bolivia ha demostrado una
innata capacidad para adaptarse y sobreponerse a las situaciones complejas y
adversidades que el mundo contemporáneo y las restricciones del estado le
imponen.
Pero
esta capacidad y destreza no le viene recientemente, sino que es un legado
adquirido de su tradicional ancestral aymara.
Paratffftt
datos comprometedores y prometedores, la economía de El Alto es la segunda
economía más grande del país después de Santa Cruz.
Aportando
al PIB 7%, generando la mayoría de los emprendimientos micros o medianos en la
empresa.
Es,
sin duda, la ciudad del emprendimiento. Pero, además, su población es en un 70%
joven, lo que le brinda una capacidad de fuerza de trabajo incuestionable. Y
por cierto, un potencial político importantísimo. Si alguien quiere ser
presidente o presidenta de Bolivia no puede obviar a El Alto, su cantidad de
población, que generalmente apoya contundentemente un candidato, puede decidir
una elección.
Sin
embargo, pese a estas cualidades resaltantes, la ciudad altiplánica no ha
logrado sobreponerse a nivel estatal, no tiene el apoyo suficiente del Estado, ni
las representaciones políticas que le merecen.
Esto, ante todo, debido a la falta de una
clase dirigente que pueda representarla con dignidad y cabalidad.
Es
poco previsible que en apenas 40 años pueda emerger un grupo dirigente
consolidado, sin embargo, es necesario resaltar que urge este grupo dirigente.
La
preocupación del PUKARA se encuentra en pos de responder a esta interrogante.
Pero más que ello, impulsar a nuevas generaciones a tomar conciencia política
para poder decidir un futuro mejor para todos los aymaras.
Ese
grupo dirigente no saldrá de las viejas capas del indianismo, ni de los
dirigentes clásicos de las FEJUVES de El Alto, sino de una juventud empoderada
con conocimiento, que tal vez ya se está formando en su casa de estudios
superior, la UPEA.
No es cuestión de suponer libremente que sea
así, si no que los indicios políticos e históricos señalan ese rumbo. Ojala las
esperanzas no sean falsas, y los futuros dirigentes sean una mejor versión de
lo que fueron sus antecesores.
Jallalla
ciudad de El Alto.
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